Tras el accidente nuclear en Fukushima en marzo de 2011 se planteó a nivel internacional un gran debate sobre la política energética, centrado fundamentalmente en el papel de la energía nuclear y sus posibles desventajas.
Hoy en día, y gracias a los generosos incentivos promovidos por el gobierno japonés, el país ya es uno de los líderes tanto en manufactura de módulos como en potencia instalada, estableciendo tarifas (feed-in tariff) y condiciones muy atractivas para inversores internaciones de cualquier tipo de energía renovable, principalmente la fotovoltaica, favoreciendo así en un corto plazo de tiempo el crecimiento e implantación en el país de energía limpia y segura.