PUBLICADO EN EL CONFIDENCIAL
05/04/2014 (05:00)
El ministro de Industria, José Manuel Soria, está dispuesto a recuperar su liderazgo político en el mercado energético aprovechando la inminente reforma gasista. El objetivo es llegar a un pacto urgente con las compañías distribuidoras de gas que haga olvidar los sinsabores provocados por la reforma eléctrica entre las grandes empresas generadoras de energía eléctrica. La llamada ‘ronda del gas’ ha sido constituida por el secretario de Estado, Alberto Nadal, quien ya se ha reunido con las cinco grandes empresas del sector.
La reforma gasista afecta principalmente a Enagás como operador del sistema y a las cuatro distribuidoras que cubren el territorio nacional, repartido entre Gas Natural Fenosa, Naturgas, Madrileña de Gas y Redexis. Los primeros ejecutivos de estas cinco entidades, Antonio Llardén, Rafael Villaseca, Manuel Menéndez, Pedro Mielgo y Fernando Bergasa, han desfilado por el Ministerio de Industria en las últimas semanas con el fin de perfilar un marco de negociaciones que permita sellar un acuerdo antes del próximo verano.
El principal cometido de la reforma se resume en la eliminación de la deuda tarifaria que también se empieza a acumular peligrosamente en el mercado del gas. Aunque las comparaciones con el sector eléctrico son especialmente odiosas porque las magnitudes no se parecen ni de lejos, lo cierto es que el Gobierno empieza a temer que la fisura del sector gasista abra otro boquete en la política energética llevada a cabo en España.
Desayuno informativo con el presidente de la CNMC.El ministro sitúa el saldo del agujero actual en torno a los 400 millones de euros pero la Comisión Nacional de Mercados y Competencia (CNMC) ha encendido las alarmas apuntando la necesidad de abordar medidas urgentes para que esta cifra no se dispare de forma desproporcionada a lo largo de los próximos meses. Según el organismo regulador, la relación entre los ingresos y los costes determina un desequilibrio estructural en el sector, que en 2014 superará los 800 millones de euros.
Con estas premisas la CNMC no ve otra solución que el incremento de los peajes, correspondiente a la parte regulada del sistema, lo que repercutirá tarde o temprano en una subida de la factura para los clientes empresariales y los hogares. El problema que se plantea es de la misma naturaleza que el padecido en el sector eléctrico donde el derroche de infraestructuras durante la pasada era de la abundancia se traslada ahora sobre las espaldas del sufrido consumidor. Todo ello a expensas de que la cotización de la materia prima no suba en los mercados internacionalesdisparando aún más el recibo final a pagar.
Plan de ajustes a seis años
La única forma de evitar la que se avecina pasa por un acuerdo sectorial en el que las empresas gasistas acepten un recorte de los ingresos por peajes en un horizonte a medio plazo. El Gobierno propone un plan a seis años, hasta 2020, para reducir los costes del sistema de manera estructural con la garantía de enjugar la deuda de tarifa acumulada sin incurrir en nuevos déficits futuros. La cuadratura del círculo dependerá de la capacidad de los operadores para aquilatar sus cuentas de resultados de manera voluntaria antes de que el Ministerio de Industria decida afilar el alfanje con todas las consecuencias.
Instalaciones de gas. (Gas Natural Fenosa)Las tensiones vividas con el sector eléctrico, que han terminado por socavar las relaciones de confianza entre el regulador y las empresas reguladas, acechan como un fantasma en este epílogo de reformas energéticas. No hay que olvidar que uno de los principales afectados es también ahora Gas Natural, que ya ha recibido lo suyo por su paternidad en la antigua Unión Fenosa. El papel de Enagás como transportista del sistema, participado por la SEPI, puede ser decisivo esta vez para apaciguar los ánimos y restaurar las relaciones con el equipo técnico de Alberto Nadal.
El secretario de Estado ha dado muestras sobradas de no casarse con nadie cuando los intereses son encontrados y las opciones más bien escasas. Tras el desgaste sufrido con los ‘reyes del kilovatio’ los responsables energéticos han perdido el temor a los oligopolios. No parece que los menos beligerantes ‘príncipes de la termia’ se encuentren en disposición de echar otro pulso a unos gobernantes curtidos en batallas mucho más sangrantes.